Sunday, November 7, 2010

El Pais Cultural - Montevideo Uruguay

Con el fotógrafo Quique Kierszenbaum
La barbarie en imágenes

NELSON DÍAZ
LA IMAGEN muestra a un grupo de soldados israelíes a bordo de tres tanques blindados camino a la ciudad de Tul Karem, en el marco de la operación "Escudo de seguridad". El pie de foto la sitúa el 31 de marzo de 2002. A su derecha, un e-mail de su autor, convertido en texto, acompaña la fotografía. En él le explica a una amiga que le será imposible estar presente en su boda porque su esposa está por dar a luz. La imagen y el texto de marras producen ante los ojos del observador una inquietante sensación. La muerte y la vida conviviendo. Las 38 imágenes restantes del conflicto de Medio Oriente también aparecen acompañadas de textos donde el reportero de guerra narra situaciones de su vida cotidiana. Se trata de la exposición "Postales de la Tierra Santa" de Quique Kierszenbaum (Montevideo, 1967), exhibida en el Museo de Arte Contemporáneo de Montevideo. Radicado en Jerusalén desde 1989, Kier-szenbaum ha colaborado con The Independent, The Times, The Guardian, The New York Times, Newsweek y Das Magazine, entre otros medios.
EXPERIENCIAS MUY DURAS.
-En general, el término "postales" se asocia con determinados lugares tradicionales, imágenes que sirven para promocionar diferentes destinos turísticos. En tu muestra, esta palabra adquiere un significado muy distinto.
-Exacto, hay un juego con el pensamiento colectivo. Y más para gente que está muy lejos de Medio Oriente. Cuando uno piensa en postales de esta región, y dependiendo de qué religión, se imagina el Santo Sepulcro, el Muro de los Lamentos, o algún paisaje muy bonito sacado a una hora determinada. Quise, con ese juego de palabras, mostrar las otras postales: imágenes de la cruda realidad diaria. Fue un proceso bastante interesante porque las fotografías engancharon con el texto, con la idea de contar un poco lo que me estaba sucediendo. Hacer algo muy íntimo, muy personal como cuando escribimos una postal. Generalmente lo hacemos para contar experiencias positivas. Aquí aparece otro juego. Son experiencias sí, pero muy duras que cuentan mi andar por estos lugares.
-Hay una diferencia entre tu trabajo y el de otros colegas. El reportero de guerra cubre un conflicto durante un determinado período y regresa a su casa. Vos vivís en forma permanente en el lugar del conflicto. Infiero que de ahí proviene la idea de acompañar cada fotografía con un texto, humanizando las imágenes.
-Claro, creo que en la fotografía hay algo muy concentrado, donde estás midiendo tus sentimientos, sin dejar salir un montón de cosas que te enfrentan a estas situaciones. El objetivo, cuando empecé a armar la muestra, fue hacer una especie de catarsis. La idea nació después de la guerra de El Líbano, aunque no tengo muy claro cómo surgió. Hubo algo en esas corridas que me dio la idea de hacer este formato. Sin duda que influye vivir en medio de un conflicto bélico. Saber que la guerra no se termina en dos o tres años, que es lo que generalmente ocurre con los corresponsales y reporteros gráficos. En mi caso, y en el de un reducido grupo de colegas, nuestro futuro está siempre dependiendo de lo que está pasando, lo que va a pasar o cómo se va a resolver el conflicto.
-Conviviendo a diario con la muerte.
-En este trabajo estás todo el tiempo en la búsqueda de la imagen que pueda contener el momento sin casi pensar, a nivel emocional y filosófico, lo que estás viendo. Es algo totalmente racional. Vos llegás a un lugar, sea la casa de una niña muerta o un atentado en un lugar público, y hay algo muy calculado a la hora de apretar el obturador. Sin embargo, algo se te incorpora y guarda los olores, los ruidos, los colores, las voces, los detalles. Te puedo decir que si me preguntás algo de mi vida cotidiana posiblemente no me acuerde de los detalles. Sin embargo, estas fotos están marcadas en mi cabeza con una exactitud que da miedo. Cuando ordené los e-mails y armé el texto en forma de diálogos imaginarios con mi familia y mis amigos, podía mirar cada foto y acordarme exactamente de casi todo. Más allá de los textos, lo que importa es la historia de la gente que allí aparece. A ellos los quiero humanizar. Otro de mis objetivos fue sensibilizar al receptor, a la persona que observa una muestra de este tipo, donde todo es guerra, enfrentamiento, dolor y muerte. Frente a imágenes de este tipo la respuesta natural es el rechazo. Por eso espero que los textos funcionen. La parte subjetiva del fotógrafo contando algunas de sus vivencias personales que sirven de complemento a la objetividad de la lente.
-¿Qué primó a la hora de seleccionar las fotos? ¿El valor estético o la crudeza de las imágenes?
-El mundo ha ayudado mucho a que la sociedad occidental no vea imágenes duras. Cuando se emiten esas imágenes, hay una línea muy clara que mantiene una estética de la muerte y del horror, que no está en mis fotografías. No prioricé la estética, sino cómo se ve el horror. El horror tiene una forma, una cara, una figura. La Historia está llena de pintores que plasmaron, como Goya o Picasso por citar dos ejemplos, esta realidad. Eso es lo que trato de demostrar. Vos me preguntabas sobre el tema de humanizar a la gente. Creo que una de las cosas fundamentales que tiene que ocurrir en el mundo y en el Medio Oriente es que la Humanidad entienda que las víctimas son víctimas, sin importar de qué lado provengan. Por eso traté de contar los dos lados todo el tiempo. Han pasado muchas cosas en el Medio Oriente que me han hecho descubrir la otra historia que yo no conocía, que es la historia de los palestinos. Historias tan humanas y tan reales como las que cuentan los israelíes. Después, que cada uno saque sus propias conclusiones. Es algo trillado. Es cierto que la Historia la escriben los que ganan, pero eso no significa que haya una sola Historia.
EL PODER DE LA FOTOGRAFÍA.
-En Ante el dolor de los demás, Susan Sontag sostiene que la fotografía es un elemento universal y unificador de conciencias ante la barbarie bélica. La fotografía se transforma en memoria del horror que, de otra manera, sería olvidado con el paso del tiempo. ¿Cuál es tu posición al respecto?
-Mirá, creo que hay una cuerda floja en el trabajo de la prensa sobre cómo manejar las imágenes. Soy un convencido de que la fotografía documental es el arma más importante que existe en estos momentos para denunciar lo que ocurre en diferentes partes del mundo. Estoy de acuerdo con lo que dice Sontag de concientizar al mundo de lo que está pasando y afectar a la opinión pública en una forma tal que intente cambiar esa realidad.
-Pero la sobresaturación de exposición en los medios puede neutralizar el espesor dramático de las imágenes. Podrían transformarse en algo "normal", en parte del paisaje cotidiano.
-Estoy de acuerdo. Existe un bombardeo mediático que es peligroso. La gente observa flashes informativos de pocos segundos y ve un cuerpo desmembrado en la calle y pierde la dimensión de lo que esa imagen significa. Por eso creo en la función de acercar la fotografía documental. De llevarla a galerías, a museos, a la gente, a la calle. Explicando lo que se ve. Poniéndole nombres a los muertos. El tema de los medios, como te decía, es esa cuerda floja entre la urgencia de denunciar y el peligro de que pase a ser algo cotidiano.
-Hay fotógrafos que, frente a una situación límite, optan por obtener la imagen, sin intervenir directamente para salvar una vida, por ejemplo. Estoy pensando en la fotografía de Kevin Carter.
-Te agradezco la pregunta. Hace poco tuve una discusión sobre el tema. Creo que hay dos misiones en el fotógrafo: la personal y la obligación de mostrarle al mundo qué está sucediendo. Si Carter no hubiese sacado la foto de la niña agonizante con el buitre observándola, la gente no se hubiera horrorizado ante el hambre en África. También es problemático si sólo saca la foto y no tiene una actitud humana ante lo que está viendo. Personalmente sé lo que haría, pero no voy a juzgar al colega. Y al no querer juzgarlo tampoco te voy a contar lo que yo haría porque de alguna forma lo estaría juzgando. Lo que es seguro es que esa foto mostró al mundo en la forma más cruel lo que es la hambruna. Pero el estar tan cerca de estas imágenes te pone en situaciones muy difíciles a nivel existencial. Son momentos de enorme importancia en la fotografía documental. Porque mostrar la muerte es fácil, lo difícil es lograr que al ver esa foto, te afecte de una forma que te obligue a hacer algo por cambiar esa situación. Cuántas veces sucedió que una persona al ver una foto terrible mientras desayunaba por ejemplo, decidió que la foto era lo suficientemente importante como para hacer algo y no solamente decir qué terrible. Creo que el receptor también tiene que actuar. Cuando sacamos ese tipo de fotografía esperamos que el individuo, no la comunidad, se sienta tan movilizado que decida aportar su grano de arena. No siempre pasa y, lamentablemente, así están las cosas. Si tuviéramos más éxito no sólo en documentar sino también en despertar a la gente, viviríamos en un mundo mejor.

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