Judíos ultra ortodoxos cumplen con el rito de "Kaparot" antes del 'Dia del Perdon' o Yom Kipur en el barrio Mea Shearim en Jerusalen. Según la tradición se pasa el ave por sobre la cabeza 3 veces para transferirle en forma simbólica los pecados, luego se la faena y se la obsequia a los pobres como caridad.
Friday, October 3, 2014
Wednesday, February 19, 2014
Recuerdos de allá lejos, 72 horas de vuelta a mi niñez.
Cuántas veces
hemos soñado volver a los lugares donde el tiempo se ha parado, donde las
paredes guardan recuerdos y secretos de nuestra niñez?
En mi último
viaje a Uruguay me sume a los planes familiares para pasar Navidad en la Colonia
de Vacaciones del Sindicato Medico en el Hotel Alción en Solís.
La última vez que
viste el hotel Alción fue 24 años atrás, como despedida familiar antes de emigrar
a tierras lejanas. En ese entonces ocupado en mi juventud poca fue la nostalgia
de volver a un símbolo de aquellos años especiales.
Pero esta última
visita fue diferente. Como una máquina de tiempo los recuerdos se dispararon,
las imágenes no cesaban de volver a mi mente, las voces del pasado golpeaban
con fuerza en mi cabeza apretándose en la fila para volver a mi memoria. En el
desorden en que el flujo de recuerdos llegaba y que se me hacía imposible
ordena algunos aparecieron más claros que otros como Willie, el líder encargado de las actividades
de los niños, la prueba de fuego en la caminata del cerro de las animas con la
que puse a prueba mi corazón recién emparchado, los paridos de futbol que
parecían finales del mundial entre médicos y mozos por la botella de whisky, las meriendas
familiares, la libertad de dar vueltas sin fin, las bajadas a la playa, y la presencia
de mi viejo que ya no está con nosotros. Entre ese mar de recuerdos mi hermana
trajo uno muy especial que hasta hoy da vueltas en mi cabeza. Una cancion
inventada en una de las tantas actividades con los niños "En la colonia
hay un mozo, que va desnudo a la playa, les voy a decir porque, porque su
nombre es Nimaya".
Para quedarme con
los recuerdos, para traérmelos cruzando mares y montañas, deambule por el hotel
con la cámara en un ejercicio de enfrentar lo que veo frente a mis ojos, con
las imágenes que vuelven del pasado, interesante posibilidad que se nos da muy
de vez en cuando.
Posiblemente
seamos unos pocos los que al ver estas imágenes nos llenemos de melancolía y
nostalgia, con ellos va un brindis por los recuerdos en el hotel Alción, salud!
Monday, February 10, 2014
Children of the occupation: growing up in Palestine
Ahed Tamimi, 12, plays hopscotch, likes movies about mermaids and teases her brothers at home in Nabi Saleh. |
Nawal Jabarin, 12, and her brothers, two-month-old Issa and two-year-old Jibril, in their West Bank home. |
‘People respect me because I’ve been arrested so many times,’ says Muslim Odeh, 14, who lives in Silwan, East Jerusalem. |
Despite their difficult lives, each of these four children has a touchstone of normality in their life. For Nawal, it is the sheep that she tends. Ahed likes football and playing with dolls. Waleed is passionate about drawing. Muslim looks after horses in his neighbourhood. And each has an ambition for the future: Nawal hopes to be a doctor, to care for the cave-dwellers and shepherds of the South Hebron Hills; Ahed wants to become a lawyer, to fight for Palestinian rights; Waleed aspires to be an architect, to design houses without cages; and Muslim enjoys fixing things and would like to be a car mechanic.
But growing up under occupation is shaping another generation of Palestinians. The professionals who work with these children say many traumatised youngsters become angry and hopeless adults, contributing to a cycle of despair and violence. "What we face in our childhood, and how we deal with it, forms us as adults," Zaghrout says.
Harriet Sherwood/ The Guardian
Photography: Quique Kierszenbaum
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