Te busque por tus rincones, entre tus libros y tus papeles. Hasta te fui a visitar. Pero no estabas, y todo lo que quedo por decir se perdió. Por suerte quedaron en mi memoria muchos momentos en los que tu presencia fue absoluta. A ellos recurriré para recordarte y quererte y perdonarte y que me perdones.
Ese rincón como tantos otros que llenaron el espacio de una casa, es en parte los focos de nuestros recuerdos, pero sobretodo el espacio que ocupaba en nuestras vidas, con sus virtudes y sus defectos pero jamás indiferentes.
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